26, 27 y 28 de octubre. Los maples mudan las hojas ahora rojizas, algunas con visos en oro. Para ellos es el final de un ciclo que coicide con nuestra máxima fiesta prehispánica, la celebración de Todos los Santos o Muertos.También los practicantes de la meditación en silencio cerraron un ciclo, mudaron aquellas hojas que se deben dejar al viento. Las estrellas fugaces, los colibríes, ardillas y el Águila que desde algunos meses nos visita, acompañaron las experiencias extraordinarias de encuentro con el yo. El frío que emanaba la montaña propició el recogimiento y la introspeción. Fue para todos un fin de semana magnífico. Gracias a todos los asistentes, en especial, a los encargados de la deliciosa comida de cierre, del día domingo.